Entre 1891 y 1892 Tchaikovsky compone su último ballet, Cascanueces Op. 71, un encargo para la Ópera de San Petersburgo sobre un cuento de E. T. A. Hoffman: El cascanueces y el Rey de los ratones.
Motivado por el proyecto, introdujo por primera vez en una partitura la "celesta", instrumento inventado por Victor Mustel. El carácter de novedad y el recelo que tenía ante la posibilidad de que alguien le copiara tal innovación, le obligaron a preparar una suite de concierto que se estrenó con gran éxito en marzo de 1892, nueve meses antes de que se estrenara el ballet completo.
Motivado por el proyecto, introdujo por primera vez en una partitura la "celesta", instrumento inventado por Victor Mustel. El carácter de novedad y el recelo que tenía ante la posibilidad de que alguien le copiara tal innovación, le obligaron a preparar una suite de concierto que se estrenó con gran éxito en marzo de 1892, nueve meses antes de que se estrenara el ballet completo.
El clima de cuento de hadas es introducido por la "Obertura", seguida por una sucesión de danzas: una burlesca "Marcha"; la "Danza del hada de los confites" en la que emplea la celesta;
la brillante "Danza Rusa: Trépak"; la exótica "Danza árabe"; la "Danza china", la pastoral "Danza de los mirlitones". La suite termina con la alegría intensa y desbordante del "Vals de las flores".
la brillante "Danza Rusa: Trépak"; la exótica "Danza árabe"; la "Danza china", la pastoral "Danza de los mirlitones". La suite termina con la alegría intensa y desbordante del "Vals de las flores".