Ludwig van Beethoven nació en
Bonn en 1770 en el seno de una familia de músicos de origen
flamenco. El primer maestro que tuvo influencia sobre Beethoven fue
Neefe, compositor de canciones y óperas. Con él descubrió El
clavecín bien temperado de Bach, al tiempo que trabajaba la
composición. Pronto el joven Beethoven sintió la fiebre de conocer
y de entrar en contacto con la cultura literaria y filosófica,
leyendo a los clásicos griegos y latinos, a Shakespeare, Klopstock,
Goethe, Schiller, Kant, etc. A partir de 1784 toca en la orquesta del
príncipe elector. En 1787 visita Viena donde recibe lecciones de
Mozart; más tarde, en 1792, regresa a esta ciudad para establecerse
y estudiar con dos afamados músicos, Joseph Haydn y Albrechtsberger.
En 1795 hace su presentación pública como pianista. En 1800 estrena
la Primera Sinfonía. En 1802 intenta suicidarse y redacta el
llamado "Testamento de Heiligenstadt". A partir de 1804 su
estilo se afirma y se personaliza. Permanece soltero tras varias
contrariedades amorosas. Desde 1801 le aqueja una sordera progresiva,
que marca su vida con un sello trágico. A partir de 1818 ésta es
total. Beethoven se aisla en la actividad creadora, logrando algunas
de las páginas cumbres de la historia de la música. Muere en Viena
en 1827. A sus funerales asistieron miles de personas y se celebraron
actos de homenaje póstumos.
Beethoven representa una doble
encrucijada. Por una parte en su obra se da una dualidad de estilos:
es el último clásico que hereda el espíritu de Mozart y Haydn, y
también es el primer músico de una personalidad netamente
romántica. Por otra parte, Beethoven es la primera figura que puede
manifestar toda su personalidad y su temperamento artístico de una
manera completamente libre, sin compromisos serviles.
Beethoven parte de las formas clásicas
del siglo XVIII, aprovechando sus sólidas estructuras para después
violentarlas bajo exigencias expresivas muy personales, descubriendo
nuevas vías idiomáticas y extendiendo los recursos y medios
técnicos en variedad y riqueza. En su producción se distinguen tres
estilos básicos. Un primer estilo aún muy dependiente del pasado,
cercano a la sensibilidad del siglo XVIII. Un segundo estilo de
búsqueda de un lenguaje personal con el que expresar su vida
interior. Y un tercer estilo que sustituye el lenguaje de la pasión
por el de la reflexión.